Educación Financiera y O.D.S. de Naciones Unidas

LA EDUCACIÓN FINANCIERA COMO IMPULSORA DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE DE NACIONES UNIDAS

Impulsar un sector financiero inclusivo se ha convertido en una meta cada vez más añorada por los distintos gobiernos y organismos internacionales. Tanto fue así, que en el año 2015 la nueva Agenda 2030 de las Naciones Unidas resaltó al acceso ampliado a servicios financieros en seis de sus 17 nuevos objetivos para el desarrollo sostenible (en adelante ODS).

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también conocidos por sus siglas: ODS, se adoptaron por todos los Estados Miembros de Naciones Unidas en 2015 como una llamada universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030.

Los 17 ODS están integrados, ya que reconocen que las intervenciones en un área afectarán los resultados de otras y que el desarrollo debe equilibrar la sostenibilidad medio ambiental, económica y social.

Estos son los seis ODS en los que la Educación Financiera tiene mucho que aportar:

  • ODS 1: el desafío de acabar con la pobreza y cómo abordarlo mediante la inclusión financiera
  • ODS 3: cómo garantizar la salud y el bienestar universal, haciendo hincapié en la salud financiera
  • ODS 4: conseguir una educación de calidad, también en cuestiones financieras
  • ODS 5: avances hacia la igualdad de género en todo lo que tiene que ver con el acceso, el conocimiento y el uso de los servicios financieros
  • ODS 9: hablamos de innovación e infraestructura, y del impacto de la transformación digital en la educación financiera y la seguridad del consumidor
  • ODS 13: la lucha contra el cambio climático a través de la inversión socialmente responsable
  • ODS 1: el desafío de acabar con la pobreza y cómo abordarlo mediante la inclusión financiera

    Teniendo en cuenta los tres componentes para medir la pobreza y la exclusión social: riesgo de pobreza, privación material e intensidad del empleo en los hogares, la salud financiera influye de forma directa en estos indicadores.

    Aquellas familias con bajos ingresos y desconocimiento de conceptos básicos financieros y del uso eficaz de productos y servicios financieros tendrán mayores dificultades para hacer frente a los gastos, fomentar el ahorro y la planificación a largo plazo. Lo mismo sucederá con los hogares con una baja intensidad en el empleo o con ingresos irregulares.

    Las familias en situación o riesgo de exclusión están en el segmento más bajo de la población en cuanto a educación y salud financiera, lo que las hace vulnerables por razón de su desconocimiento y situación de necesidad.

    Es necesario plantear acciones de formación y asesoramiento específicos de mejora de la salud financiera de estas familias vulnerables, creando un itinerario más acorde con las necesidades y competencias del/de la usuario/a, trabajando y aconsejándole sobre temas financieros.

  • ODS 3: cómo garantizar la salud y el bienestar universal, haciendo hincapié en la salud financiera

    Dicen que el dinero no da la felicidad; pero ayuda. Al menos, aporta un importante grado de tranquilidad a la existencia de cualquier persona. Así se desprende de un gran número de estudios, tanto internacionales como nacionales, que concluyen que una mala salud financiera afecta a la salud mental, debido al estrés crónico producido por los retos financieros. Por extensión la salud física también se ve afectada: excesos con la comida, comportamientos sedentarios, aumento de presión arterial, problemas de sueño, peor respuesta inmunitaria frente a enfermedades…

    Así, tener una buena salud financiera implica contar con el dinero suficiente para cubrir gastos y tener suficientes ahorros para poder afrontar imprevistos en el futuro. Esa sería la óptima situación económica de una persona para considerar que financieramente está “sana” y esto contribuirá a tener una buena salud y bienestar físico y mental.

     

  • ODS 4: conseguir una educación de calidad, también en cuestiones financieras

    Una de las metas que persigue este objetivo es garantizar que todos los jóvenes, y al menos una proporción sustancial de los adultos, tanto hombres como mujeres, tengan competencias de lectura, escritura y aritmética.

    La Educación Financiera tiene como objetivo promover el desarrollo de mayores capacidades y habilidades financieras para que las personas puedan tomar mejores decisiones, lograr una mejor gestión de sus recursos, ser más consciente de los riesgos y oportunidades que existen y alcanzar sus propósitos.

    También la Educación Financiera puede contribuir a mejorar la calidad de otras materias impartidas en centros educativos al conferir un contexto de “vida real” a esas materias teóricas.

    Por ejemplo, muchos estudiantes tienen dificultad para apreciar la importancia de conceptos matemáticos teóricos, pero pocos cuestionan la importancia que tiene el dinero en sus vidas. Introducir temas de finanzas personales ayuda al aprendizaje del cálculo de porcentajes, tipos de interés simple y compuesto, multiplicaciones, proporcionalidad, la regla de tres, etc.

  • ODS 5: avances hacia la igualdad de género en todo lo que tiene que ver con el acceso, el conocimiento y el uso de los servicios financieros

    Según el último Informe de la OCDE de la Encuesta Global de Alfabetización Financiera, existen diferencias significativas en bienestar financiero entre hombres y mujeres, al tener éstas un rendimiento inferior en temas financieros, debido a un menor conocimiento de éstos y de productos financieros.

    La Educación Financiera juega un importante papel en la formación, especialmente dirigida a las mujeres, para conseguir que tengan acceso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades —transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro— fortalezca el empoderamiento económico de las mujeres y colabore así a la igualdad de género.

  • ODS 9: hablamos de innovación e infraestructura, y del impacto de la transformación digital en la educación financiera y la seguridad del consumidor

    Dado el acelerado avance de las nuevas tecnologías, las innovaciones digitales dan la posibilidad de una inclusión financiera de amplio alcance y escala. El uso de medios digitales, especialmente para pagos; pero también para formas más complejas de acceso y uso de servicios financieros, ha mostrado un gran potencial para llegar a grandes segmentos de la población financieramente excluida.

    A nivel macro, los beneficios como el incremento de la economía formal, la reducción de riesgos y costos bancarios, la creación de empleo, la estabilidad financiera, la efectividad de la política monetaria, el estímulo a la actividad económica, entre tantos otros, se aúnan a la promesa de reducir la pobreza y las desigualdades.

    A nivel micro, cuando las personas están incluidas en el sistema financiero, poseen más oportunidades para salir de la pobreza al invertir en actividades económicas o en capital humano, por ejemplo, en educación o salud.

    Programas de Educación Financiera que acompañen el desarrollo del sector contemplando aspectos y capacidades de la demanda, nuevas tecnologías que faciliten una inclusión financiera digital responsable, y la valiosa intervención de actores externos trabajando en alianza con la Administración Pública, son todos factores imprescindibles que deben trabajar sinérgicamente en estrategias de inclusión financiera.

  • ODS 13: la lucha contra el cambio climático a través de la inversión socialmente responsable

    Si la Educación Financiera se orienta, con carácter general, a facilitar a los ciudadanos el conocimiento y las competencias para la toma de decisiones económicas y financieras de manera razonada y responsable, no debería originar sorpresa la inclusión del calentamiento global, el cambio climático y la sostenibilidad en las consideraciones responsables de estas decisiones.

    La Educación Financiera es una realidad multidisciplinar que abarca materias como la psicología financiera, la transformación digital, la regulación, los conceptos económicos o las matemáticas financieras.

    Sin duda, los aspectos ligados con el desarrollo sostenible también se integran en ese conjunto de disciplinas en torno al núcleo de la Educación Financiera y que, por tanto, condicionarán la toma de decisiones por los ciudadanos, bien de forma directa (por ejemplo, en la inversión en actividades respetuosas con el medio ambiente), bien de forma indirecta (en la elección de la modalidad de financiación asociada a la adquisición de un vehículo eléctrico o de una vivienda eficiente desde el punto de vista energético, por ejemplo).